Aunque pueda parecer un tema sencillo, cuidar bien nuestra piel es un asunto bastante complejo y delicado . Debemos realizar un cuidado completo; para ello lo primero y más importante es conocer cuál es nuestro tipo de piel, que es el tema que desarrollaremos en este post.
Antes de usar un producto adecuado y acorde con nuestras necesidades, siempre nos ronda por la cabeza la misma pregunta, y es conocer bien cómo se define nuestra tez y cuál son sus características.
Para ayudarte hemos elaborado una completa guía, donde podrás encontrar las principales tipologías que existen y cómo debes cuidarlas… ¡se acabaron las excusas para lucir una piel saludable.
A continuación te damos todos los detalles:
Se considera una de las tipologías más equilibrada ya que presenta unos niveles de hidratación apropiados. Se caracteriza, por no ser ni excesivamente seca, ni demasiado grasa.
Debemos tener en cuenta que con la edad nuestros tejidos cambian y por lo tanto, siempre debemos prestar atención a cuál son sus necesidades, en función de la etapa en la que nos encontremos. A pesar de contar con una tipología «normal», es probable que con la edad se torne algo más seca, debido a la pérdida de elastina o colágeno.
En nuestros tejidos, también afecta nuestra alimentación o metabolismo, así que es imprescindible llevar una dieta saludable, aportándole un extra de antioxidantes, Vitamina A, Vitamina C, Omega 3 y Omega
Son característicos sus poros finos, su tono uniforme, buena circulación, apariencia lisa sin imperfecciones y suavidad. También se define por no cambiar de tono fácilmente, conservándose bastante neutra.
Se encuentra a mitad de camino entre los tejidos más secos y los grasos. Son evidentes las zonas donde hay una mayor cantidad de grasa y las zonas que se presenta una mayor sequedad. De una forma general, suele presentar mayor grasa en la zona T (frente, nariz y barbilla) y una mayor sequedad en otras áreas como el contorno de ojos, las mejillas o el cuello. A veces, se confunde con la piel normal, ya que no suelen contar con una cantidad de sebo o grasa excesiva, si lo comparamos con las dermis del tipo grasas, haciendo más opacas (visualmente) las áreas más secas. Al contar con áreas donde se presenta una mayor cantidad de grasa, es habitual que en la zona T se presenten imperfecciones. Aunque parezcan complejos sus cuidados, siguiendo las pautas correctas será sencillo.
La principal característica que define a los tejidos más secos es precisamente que cuentan con unos niveles de grasa muy bajos. Presenta, por lo tanto, una sequedad que la hace muy vulnerable ante ciertos agentes externos o condiciones más extremas. Cuenta con una sensibilidad especial a los roces y es bastante fácil de alterar. De hecho, cuando se expone al roce o se frota directamente suele tender a descamarse de una forma fácil y se siente muy áspera.
El tono de la dermis suele tender a un característico color rojizo, sobre todo en la zona de la nariz y las mejillas. Le afecta especialmente la calidad del agua, ya que si se trata de agua muy dura, hará que la sequedad sea aún mayor.Suele mostrar los poros más bien cerrados y un tono mate, muy particular.
Las pieles grasas sufren de problemas de espinillas y granos, trastornos relacionados con el excesivo aumento de sebo, produciendo unos niveles de grasa más altos de lo habitual. Es común que este sebo sea perceptible al tacto y se observe una mayor cantidad de espinillas o acné. Aunque no todo son aspectos negativos, la parte positiva es que muchos de los signos de la edad, como son las arrugas, por ejemplo, son menos perceptibles, ya que la grasa presente hace que se mantenga más lisa y por lo tanto, más firme. Otra de las características que la definen es su textura, que suele ser más gruesa, los poros dilatados se ven de forma fácil en la piel y normalmente, suele inflamarse demasiado. Además, puede verse afectada por el daño de algunas bacterias, que si no son tratadas de una forma adecuada, pueden provocar infección y cicatrices. También debes tener presente que el exceso de grasa no solo será visible en la zona T, ya que estos problemas también estarán reflejados en otras zonas del cuerpo, como es el caso de la espalda, el pecho, los hombros o la zona superior de los brazos.
Para que quede muy claro cuál son las características que la definen, te damos a continuación una serie de premisas, que te ayudarán a conocer muy bien las propiedades que acompañan a este tipo de dermis:
Tras conocer estas premisas, seguramente habrás podido detectar mucho mejor si realmente esta tipología te define. También debes saber que algunas de las causas más comunes que la determinan son ciertos factores ambientales y genéticos.
Se suele pensar, en muchas ocasiones y de forma errónea que esta tipología se enmarca en las dermis grasas y es que aunque comparten algunas características, cuentan con premisas distintas. La diferencia más evidente es que el tipo de acné que presentan es distinto, en este caso, mucho más agresivo. Las dermis grasas suelen ser más propensas a desarrollar acné, aunque es más sencillo de tratar. En el caso de los tejidos acnéicos las premisas cambian, ya que el acné es de tipo severo y es más resistente, incluso a los tratamientos específicos.Con frecuencia, esto se debe a un descontrol de los valores hormonales, que suelen aparecer en la pubertad, en casos de uso transitorio de medicamentos o en los casos más severos, se trata de una condición genética, un poco más compleja de tratar. Está muy presente el descontrol hormonal sobre todo en la etapa de la pubertad. Debido a la cantidad exagerada de sebo que se acumula la actividad natural de renovación celular de nuestros tejidos disminuye.Esto hace que las células muertas no sean liberadas y se vayan acumulando en nuestra tez, dando paso por lo tanto a la formación de acné. Se pueden dar cuadros infecciosos, sobre todo en las zonas donde se presenta el acné de una forma más severa, dando paso a efectos poco estéticos debido a los desencadenantes que acarrean, provocando la retención de bacterias en los poros más dilatados. Nuestros tejidos se muestran con un aspecto más sensible y grueso y la textura es desigual y áspera.
Ahora que conoces cuál son los principales tipos de piel que existen y cuál son los cuidados más básicos y elementales que debemos añadir en nuestra rutina, es el momento de elegir los productos específicos, para cuidar nuestra piel de la mejor forma posible , en nuestra tienda onlina puedes disponer de todos los productos para llevar a cabo una rutina completa y efectiva.